viernes, 1 de mayo de 2020

Aprendiendo el Congo. Curiosos nombres para la crueldad

Con esta entrada abro un apartado en el blog que con el título de Aprendiendo el Congo sirva para transmitir, a quien quiera saber cosas sobre este país y su pueblo, lo que yo he aprendido escribiendo este libro y, a la vez, para que yo siga aprendiendo.
Dicho ésto... Quien leyera la última entrada seguramente se sorprendería, como me ocurrió a mí, siempre aprendiendo, que una milicia armada y muy violenta que actúa en la provincia de Ituri, noroeste de la RDC, se llame... Cooperativa para el Desarrollo del Congo.

Tiene su explicación pero tampoco debería chocar en un país donde, desde los tiempos de Leopoldo II -con sus tierras vacantes o sus guardias forestales, excelentes ejemplos de cómo manipular el lenguaje con eufemismos- las palabras sirven muchas veces para engañar. El propio nombre del país, en la actualidad y tras su independencia, antes de que Mobutu lo llamara Zaire, nos lo deja muy claro donde República Democrática del Congo nos hace recordar países tan "democráticos" como la fenecida República Democrática Alemana o la República Democrática Popular de Corea -la tiranía de Corea del Norte.
La Alianza de Fuerzas Democráticas de Liberación derrocó a la dictadura de Mobutu y colocó casi como a otro dictador a Laurent Kabila, uno de sus líderes. En fin, hay muchos más ejemplos, que puedo dejar para otra ocasión.

Pues bien, ésa cooperativa, CODECO, es de manera constante responsable de asesinatos de civiles -en muchos casos con decapitaciones a machete-, destrucción de aldeas, violaciones, etc. etc. Y sí, inicialmente era una cooperativa agrícola de la etnia lendu que ha devenido en un grupo armado extremadamente violento que ataca poblaciones de la etnia hema.
El enfrentamiento entre estas dos etnias, inicialmente un choque entre agricultores y ganaderos, después motivado por el control de la tierra y el oro que guarda, ha tenido diferentes episodios, el peor de los cuales acabó con decenas de miles de vidas entre los años 1998 y 2002 y desde 2017 habría costado unas 5.000.
La formarían jóvenes parados reclutados -una minoría, dentro del pueblo lendu, según uno de los líderes de esta etnia- y, como va parejo a la muerte y la destrucción, está provocando -desde que en mayo de 2019, tras el asesinato de cuatro comerciantes lendu, comenzara este nuevo episodio de violencia- desplazamientos internos, con la creación de campos de refugiados y la extensión de una miseria extrema en una provincia rica en minerales; la eterna historia de este país.
Por supuesto, todo ésto raramente aparecerá en ninguno de nuestros telediarios.