El Congo -conocido durante mucho tiempo como Congo Belga, actualmente República Democrática del Congo- ha vivido -y vive- algunas de las mayores atrocidades de la Historia de la Humanidad. Pese a ello, son casi desconocidas.
La muerte de millones de personas en un régimen que hizo buena la esclavitud, la segregación racial, terribles guerras civiles, el peor conflicto armado desde que acabó la IIGM, el uso sistemático de las mujeres como campo de batalla son algunas de esas monstruosidades que apenas nos suenan y todas ellas están directamente relacionadas con el enriquecimiento de unos pocos y el bienestar de nuestro Primer Mundo.
Desde países lejanos o vecinos, todo el que ha podido ha colaborado en el saqueo de este país, lo que ha hecho que su pueblo viva en la miseria, rodeado de una inmensa riqueza en recursos naturales.
Frente a todo ello no queremos saber o miramos hacia otro lado.
Mi intención ha sido recordar todo lo que ha pasado, insistir en todo lo que pasa, temer todo lo que aún puede llegar para que quien quiera saber, sepa, y tratar, modestamente, de que el Congo nos importe por su gente más que por las riquezas que consumimos.
Y todo ello, claro, porque a mí sí me importa el Congo.
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