Los últimos datos sobre la incidencia del coronavirus en la R. D. del Congo dan más de 4.700 diagnosticados, 106 fallecidos y casi 600 recuperados. Hace unas semanas, alguien dudaba de los datos relativamente leves de esta pandemia en países con tantas dificultades para poder defenderse de ella. No es que haya pocos, es que no saben todos los que hay, era su conclusión.
Sin duda cuesta creerse un control tan exhaustivo en la RDC, por ejemplo, con un sistema sanitario y unas instituciones tan débiles, pese a la presencia de la OMS y diversas ONGS sanitarias cuando, por ejemplo también, en nuestro país nadie es capaz de asegurar que las cifras que se dan son las correctas y ha habido tantos desbarajustes y reajustes en los datos a lo largo de estas semanas.
Particularmente, me creo los datos del Congo, sobre todo por lo exhaustivo de otros controles de epidemias ocurridas allí o aún existentes, sobre todo el ébola, pero Médicos Sin Fronteras ha publicado una noticia que resulta inquietante a la hora de saber la incidencia del coronavirus en este país -y el problema no viene por descontrol o mentiras interesadas.
Informa esta ONG de un sustancial descenso en la asistencia a los hospitales por parte de la población, lo que achaca, principalmente, al miedo a contagiarse de coronavirus en los centros sanitarios o a estar infectados y ser estigmatizados y aislados, con el consiguiente perjuicio económico, por la restricción de la movilidad.
Esta caída es
preocupante porque significa que los pacientes ya no se benefician de la
atención a veces vital en los centros de salud de primera línea
declara Gisèle Mucinya, coordinadora médica del proyecto MSF VIH /
SIDA en Kinshasa.
De esta manera no sólo los datos que se conocen, y que pueden servir para organizar la reacción sanitaria ante la extensión de la pandemia, no serían reales sino que muchas personas en el Congo quedarían desatendidas ante la enfermedad y podrían extender el contagio de manera exponencial.
Los parámetros de "allá" suelen diferir a menudo de los de "aquí". Este ejemplo de la resistencia o miedo a acudir al centro de salud es claro. Nos falta mucho por conocer y comprender y, al mismo tiempo, nos sobra la prepotencia de suponer que la (única) forma correcta de estructurar la vida, la familia, el trabajo, la salud, etc., es la nuestra.
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