domingo, 2 de agosto de 2020

Noticias para un libro vivo. Mujeres y niñas en el Congo: esto es lo que hay

Cuando pensamos en países peligrosos para ser mujer, de inmediato nos vienen a la mente países musulmanes u otros empobrecidos -Etiopía, por ejemplo- además de La India. Pocas personas pensarán en el que, ciertamente, es uno de los peores países para ser mujer -el peor, para algunos-: la República Democrática del Congo (RDC).
Ese país aparece en lo más alto de las clasificaciones mundiales donde las mujeres pierden -brecha salarial, desigualdad de género, etc. etc.-, y soporta uno de los sistemas patriarcales más duros que hacen de ellas ciudadanas en la sombra -aunque sustenta no sólo el hogar, sino muchas veces la economía de las comunidades- Es el país de las viol ya mabe, armas de guerra que buscan destruir, literalmente, a las mujeres, física y psicológicamente, mediante salvajes violaciones en grupo para destruir así a las comunidades de las que son pilares, por citar algunos ejemplos. 

Supongo que la celebración del Día de la Mujer Africana, el pasado 31 de julio, es la causa de que en los medios de comunicación congoleños hayan aparecido muchas referencias a la situación de las mujeres y la niñas congoleñas y podamos "actualizar" ésta a día de hoy, aunque no varía sustancialmente de lo ya expuesto en mi libro con datos y realidades de los últimos años.
Para empezar, ser niña ya es de por sí complicado en la RDC y lo es, entre otras cosas, porque son obligadas a dejar de serlo muy pronto. 
Cerca de una tercera parte están casadas antes de los 18 años y una cuarta parte son madres
-tuvo un nacimiento vivo,  es la significativa frase que se lee en el correspondiente informe, lo que se entiende recordando que dar a luz en la RDC es muy peligroso, pues se multiplican por 120 el número de madres que, por ejemplo en España, mueren a consecuencia de ello.
Las niñas también sufren una marcada desigualdad en el acceso y continuidad en la educación, lo que incide directamente en el mantenimiento de la pobreza en el país. 
Todos estos datos aparecen en el informe del Fondo de Población de la ONU (UNFPA) publicado en el Congo el pasado 27 de julio.
Por otra parte, una evidencia clara de cómo las niñas no escapan al terrible problema de las violaciones en este país está en la noticia sobre una jornada de concienciación sobre violencia de género por parte de una asociación de mujeres de Beni, ciudad situada en la provincia de Kivu del Norte, realizada en un campamento militar el 29 de julio, en cuya noticia se detalla cómo la mayoría de las menores que se acercan a puestos militares son violadas por los soldados

Mediante las violaciones, podemos unir a niñas y mujeres del Congo, porque éstas no conocen ni respetan edad o condición -lo que incluye a ancianas y embarazadas-
Muy cerca de Beni, está uno de los más importantes parques del Congo, el de Virunga, el pasado jueves la organización Human Rights Watch publicaba un informe sobre la violencia y violaciones que se ha producido en torno a él en los últimos cuatro años y que, como decía, afecta tanto a mujeres como a niñas, secuestradas y violadas por pandillas armadas.

Nos azotaron violentamente; cinco latigazos ... apenas pudimos soportar eso. Les suplicamos su piedad, pero nos obligaron a tener sexo con ellos ... [Un secuestrador] tomó su rifle y su machete. Él se interpuso entre mí y otro rehén que estaba atado y se vio obligado a mirar mientras él me violaba. Si me movía, amenazaba con cortarme la cabeza con su machete. Nos violaba así todos los días” es uno de los relatos de una víctima que aparecen en este informe, tan comunes para quien sigue la actualidad de este país.

Esta violencia sexual está facilitada por la impunidad con la que se suele llevar a cabo.

"El violador no está preocupado de ninguna manera y se dedica libremente a su negocio" explicaba el 29 de julio una activista en relación a la violación de una niña de 13 años en el Kongo Central, una zona muy distante de las anteriores, evidenciando la escasa persecución de estos hechos.

Las cotidianas y brutales violaciones que sufren las mujeres y niñas son paliadas habitualmente por la propia sociedad civil. Si es conocida la clínica en Ponzi del ginecólogo y Premio Nobel de la Paz, Denis Mukwege, existen otras como la situada en Bunia, en la provincia de Ituri, más al noreste, y regida por una organización creada hace 20 años por 24 mujeres, SOFEPADI. En su centro médico trataron el año pasado las heridas físicas y psíquicas de 1.305 mujeres víctimas de violencia sexual. Una violencia que se da especialmente entre las mujeres que forman en su mayoría los cinco millones de personas que huyen de las guerras enquistadas en el Este y Noreste.
Las mujeres congoleñas afrontan su existencia con una media de seis hijos -en algunas provincias llegan a diez-, con medios anticonceptivos y de planificación familiar muy limitados y además, en tiempos de pandemia, también tienen que elegir entre morir de hambre -ellas y la familia que sustentan- o de coronavirus.



Principales medios congoleños consultados: Actualité.cd, 7sur7.cd y Radio Okapi

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